El amor que huele a café es el primer novela del periodista Nieves García Bautista. En torno a un bar llamado el confidente de Melissa por un estado indefinido ciudad son un cierto número de personas en busca de compañía y conversación para una taza de café; a su puerta hay una gitana que intenta adivinar el futuro y en el bar de un amable camareras. Un psicólogo con problemas conyugales y urgida por conciliar su trabajo con el cuidado de su hijo, un joven poco aggraziato y llena de complejos, titular de una pensión o de una renta que buscan su segunda oportunidad de amar y de un ejecutivo treintañera deseosos de un negocio que no llegan y la ansiedad para el éxito son los protagonistas de una acumulación de historias de intersección porque ellos están unidos por parentesco o amistad. Todos arrastrado decepciones o averiados, carecen de afecto y de buscar la felicidad por encima de todo y con los sentimientos de la piel. La estructura del libro presenta un tema continúa en que las distintas historias tejen sin tregua y sin un poco deslavazado deja sin la culminación de desarrollo de manera que el lector pierde el hilo de la narración en cualquier momento. Hay también una falta de una buena dosis de desarrollo psicológico y profundidad en torno a los caracteres que parecen cortados por el mismo pattern. Aunque no se trata de una novela romántica, una buena parte del chasis son efímeras en su versión philander romántico o pasión de furtivos, en un clima de permisividad y la infidelidad, en la que nada va y con una pesada carga de sentimentalismo. Narrativa femenina ligero y sin excesivas pretensiones literarias.